La ira del conductor o síndrome de ira al volante
Conducir puede llegar a convertirse en una situación muy tensa por la cantidad de estímulos a los que atender y las dificultades que pueden surgir

La ira es una reacción de irritación, furia o cólera causada por la indignación y el enfado de sentir vulnerados nuestros derechos. Es una emoción que puede surgir cuando la persona encuentra obstáculos que le impiden llegar a su objetivo o satisfacer una necesidad y despierta en la persona un deseo o necesidad de deshacerse de tal obstáculo.
Por eso se dice que la ira tiene gran componente motivacional. Sin embargo, es una emoción potencialmente peligrosa, en el sentido de que en situaciones extremas puede llegar a desembocar en odio y violencia verbal o física. Algunos autores, como Spielberger, consideran que existe un continuo entre la ira, la hostilidad y la agresión, es una respuesta emocional escasamente controlada ante una situación de frustración.
¿qué es la ira del conductor?
El repertorio de conductas que puede sacar a relucir un conductor enfurecido puede ser de lo más variado: desde los insultos más “inofensivos” hasta actos al volante que pueden poner en riesgo la integridad física de otras personas o la de nosotros mismos.
Entre las conductas agresivas de baja intensidad, podemos encontrar las siguientes:
- Tocar el claxon.
- Gritar a otros conductores y/o peatones.
- Dar ráfagas de luces largas.
- Insultar o hacer gestos insultantes, como un corte de manga o “una peineta”.
Dentro de las conductas de alta intensidad y, por tanto, más arriesgadas, encontramos las siguientes:
- Pegarse demasiado a otro coche.
- Vengarnos repitiendo la conducta del conductor que nos ha “molestado”, realizando actos como cruzarnos en su camino, adelantar sin dejar la distancia de seguridad, adelantar y una vez delante reducir mucho la velocidad…
- Actos violentos, como peleas o agresiones físicas, llegando en algunos casos al asesinato.
Cabe decir que todas estas acciones son peligrosas en tanto en cuanto pueden derivar en lesiones físicas e incluso en accidentes mortales. Además, un estado de ira y ansiedad desbordante puede mermar gravemente nuestra atención a la conducción y en general la capacidad para afrontar adecuadamente las dificultades y la toma de decisiones, ralentizar nuestros reflejos y comportan un gran riesgo al entorno en la circulación.
¿Qué factores determinan que se produzca un estado de ira semejante?
¿Por qué unas personas son más propensas a tener explosiones de ira?. Existen diversos factores que pueden influir en ello. Desde factores situacionales, como pueden ser haber tenido un día de estrés, encontrarse mal, haber discutido con alguien…, hasta factores de personalidad como el temperamento, la capacidad de tolerar la frustración, etc.
- El nivel de tolerancia a la frustración. Las personas con baja tolerancia a la frustración pierden la capacidad de hacer frente de manera adaptativa a las situaciones frustrantes y despliegan un abanico de conductas de inadaptación que agravan el problema, puede tratarse de un adelantamiento indebido, de un peatón que cruza como y cuando no debe …
- El nivel de tolerancia al estrés. Si eres una persona que tolera mal los periodos o las situaciones de estrés, es más probable que reacciones perdiendo los nervios. La vida es de por sí estresante y solemos vivir a un ritmo bastante frenético. Si a eso le añadimos un atasco, una persona cuya forma de conducir nos enerva o un camión de la basura que ralentiza la circulación, se propicia el caldo de cultivo perfecto para desatar la ira del conductor (casi de cualquier conductor, hasta del más paciente).
- Nuestro nivel general de agresividad si tendemos a la queja y la cólera, con tendencia a perder los papeles, probablemente se exprese también al volante.
- La sensación de seguridad y el sentimiento de invulnerabilidad al volante, confiar demasiado en la seguridad de nuestro automóvil, en nuestras capacidades y habilidades como conductores y la creencia de “a mí no me va a pasar, soy un conductor experimentado” nos pueden llevar a realizar acciones de riesgo desencadenadas por un estado de ira.
- Malinterpretar la conducta de otros conductores puede modificar nuestras emociones y por ende nuestro comportamiento. Un estado de estrés puede producir sesgos cognitivos y una interpretación subjetiva de la intención de otros conductores, como un ataque personal, una falta de respeto, una agresión a nuestro espacio personal, etc. que activa nuestra actitud defensiva codificada geneticamente. Si el otro conductor entra en la misma dinámica subjetiva se crea frecuentemente una interacción de agresividad que puede desembocar en resultados imprevisibles.
Divulgación: Club Autoescuelas
Comparte este artículo



